«Quería plasmar a una superviviente, una persona que huyera de alguien y también de sí misma»

Natalia Sánchez lleva tres años escribiendo el segundo libro de La heredera kitsune

Sara Carlos/Sagunt 7.04.2020 | 11:26

Natalia Sánchez Diana
Natalia Sánchez Diana, autora de La heredera kitsune. Natalia Sánchez Diana

Natalia Sánchez Diana (València, 1983) estudió el Grado en Publicidad y Relaciones Públicas, pero su verdadera pasión era escribir. En 2016 empezó a mostrar sus obras al mundo y esto la llevó a apostar por la autopublicación en su primera novela, El don de la heredera. Desde entonces ha publicado numerosas historias catalogadas como género romántico, y ahora ha publicado La heredera kitsune, que cuenta con los mismos personajes que su primer libro, con la Grupo Amanecer.

De todos los seres mitológicos japoneses, ¿Por qué eligió escribir sobre un kitsune?

Por la dualidad que tiene en la mitología y porque es una de las grandes figuras de la cultura japonesa. Es muy importante para la vida diaria en el pasado y también en el presente de esta cultura. En el pasado porque a los kitsune se les consideraba sirvientes de la diosa Inari, que era la divinidad de la agricultura, entre otros ámbitos. De hecho, hay templos con figuras de kitsunes porque los zorros protegían la siembra de los animales para que se pudieran comer lo que estaba plantado. También tenían una parte malvada, ya que estos seres eran muy poderosos, cambiaban de forma y eran embaucadores. Por todo ello, me parecía el ser más atractivo para escribirle una historia.

Lo que hizo germinar la idea de La heredera kitsune fue una lámina que representaba la leyenda de Tamatori-hime robando la joya sagrada del Palacio del Rey Dragón, ¿dónde la encontró?

Hace muchos años me compré una enciclopedia sobre seres mitológicos. En general, trataba todos, porque había un volumen que era de gigantes, otro de hadas, otro de brujas… Y había uno en especial que era de dragones, que incluía estos seres de todas las mitologías y con todas sus leyendas. Contaba precisamente la ladrona de la perla y ahí es donde surgió la idea de escribir sobre una persona que hubiera robado un tesoro a un dragón.

Esta leyenda, que ha incluido al principio de la novela, tiene un desenlace infeliz y a lo largo de la historia recalca que en la vida real estos también suceden, ¿considera que el género romántico siempre debería acabar bien?

Creo que sí, aunque sé que esto es un debate largo y tendido. Hay un género que es la novela sentimental y ahí sí puede haber finales infelices, pero no es exactamente romántica. Por eso, para mí, la romántica si no acaba con final feliz no es romántica, porque es una de las leyes no escritas que caracterizan este género y creo que es muy necesario, porque luego sí hay subgéneros que puedan incluir finales infelices. Asimismo, cuando vas a buscar una novela y quieres volver a enamorarte, deseas que acabe bien, porque en la vida real ya puede acabar mal, de modo que, por lo menos en la ficción, que nos den un desenlace feliz.

«Ella tiene sus motivaciones y por muchos sueños que tenga no las cambia»

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Ha afirmado que Lena es su personaje favorito, ¿por qué?

Quería plasmar a una superviviente, una persona que huyera de alguien y también de sí misma. No es una heroína perfecta, porque es todo lo contrario y toma decisiones que muchas veces me daba miedo que la gente no llegara a entenderlas o pensara que era egoísta. También puede que sea mi favorita porque fue la primera que escribí y al crearla tan fuerte e independiente le tengo cierto cariño, porque ella tiene sus motivaciones y por muchos sueños que tenga no las cambia.

En la novela aparece un triángulo amoroso que no había pensado en un principio, ¿qué retos le supuso para la continuación de la historia?

Al final todo estará explicado, porque el hilo rojo va a volver a aparecer y va a envolver a otro de los que están involucrados en el trío. El principal reto fue que este triángulo no quedara como algo tóxico ni superficial, por lo que me pareció muy difícil dotar de profundidad a las relaciones entre ellos. No quería que juzgaran a Lena, porque ella al fin y al cabo hace lo que quiere, pero sus actos también están relacionados con su naturaleza de kitsune y sus circunstancias.

Se ha declarado una apasionada de la cultura asiática y este es el segundo libro en el que la ha tratado, ¿le ha quedado algún elemento en el tintero sobre el que quiera escribir más adelante?

En el segundo libro acabaré de contar todo lo que quiero sobre Japón, porque va a haber mucha más cultura, sobre todo mitología, porque una parte de la trama se traslada allí y eso me ha dado mucho juego. No solo explicaré más criaturas, sino también de quién desciende Lena y va a haber escenas en el pasado de su tatarabuela, que me ha permitido indagar sobre el Japón antiguo. En Cuando sueñe con tu nombre también traté la cultura japonesa, sobre todo el pasado de los samuráis, y ahora estoy escribiendo una historia que se desarrolla en Corea, así que poco a poco estoy abarcando diferentes áreas de la cultura asiática.

«Hace un mes y medio que eliminé unas ochenta páginas de golpe, cosa que propició que cambiara el final»

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Cuando empezó a escribir La heredera kitsune no había planeado el final y ha anunciado que la novela contará con una segunda parte, ¿cuándo tomó esta decisión?

En un principio la planeé como trilogía, pero luego decidí contarla como una bilogía. Esto se debió a que, la parte del pasado de la tatarabuela de Lena, que se menciona cuando Río le entrega el diario a la protagonista, había pensado explicarlo en un libro aparte. Sin embargo, consideré que esto iba a ser una ardua investigación, ya que iba a indagar en el mundo de las geishas, además de que era probable que hubiera lectores que no le interesara. Por ello, he decidido incluirlo a modo de pincelada en la segunda novela y, de esta manera, he condensado toda la información que quería explicar en dos volúmenes.

Lleva tres años escribiendo el segundo volumen, en el que ha reescrito algunas partes, ¿dista mucho de la idea inicial que tenía cuándo lo empezó?

Sí. Hace un mes y medio que eliminé unas ochenta páginas de golpe, cosa que propició que cambiara el final. Tuve que hacer esto porque tenía un problema de estructura narrativa, ya que el desenlace lo tenía escrito, pero esta no me permitía llegar a ese punto. Realmente tiene muy poco, por no decir nada, de lo que escribí hace tres años, ya que solamente he mantenido los siete primeros capítulos. También ha influido que los lectores me preguntaron cómo funcionaba el don y cómo había surgido, entre otras cosas, así que, mientras que en el primer libro de La heredera kitsune este funcionaba de una forma, en el segundo he incidido más en la parte embaucadora del mismo.


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