Microrrelats: novel·la negra

cartel club de escritura

Ya habrían pasado como 2 o 3 horas y no salía nadie de aquella discoteca. Habían recibido un soplo de que la mercancía saldría de allí para ser vendida.

Realmente se trataba de una tapadera, sabían que en aquella discoteca se blanqueaba todo el dinero de la cocaína y esa noche estaban allí para desmantelarlo.

La mafia había preparado de forma muy escrupulosa el material, por lo que no estarían dispuestos a perder así como así. Iba a ser una redada complicada y muchas vidas dependían de ello…

El impostor

Jack se había levantado aquel día temprano. No acostumbraba a salir de casa antes de las diez, pero sus nietecitos iban a verle tras una larga temporada y decidió ir a comprarles unos pasteles. Yendo hacia la pastelería oyó un disparo y mucho barullo que parecía provenir del banco. En la puerta del mismo había un coche blanco estacionado con el conductor dentro de vehículo, que llevaba una máscara que le cubría el rostro. “Un atraco”, pensó Jack y no se detuvo, sino que reaccionó por instinto: sacó su arma del tobillo y se adentró en el banco. La jubilación no iba a detener su alma de policía.

Carmen L.

cartel club de escritura

Ya habrían pasado como 2 o 3 horas y no salía nadie de aquella discoteca. Habían recibido un soplo de que la mercancía saldría de allí para ser vendida.

Realmente se trataba de una tapadera, sabían que en aquella discoteca se blanqueaba todo el dinero de la cocaína y esa noche estaban allí para desmantelarlo.

La mafia había preparado de forma muy escrupulosa el material, por lo que no estarían dispuestos a perder así como así. Iba a ser una redada complicada y muchas vidas dependían de ello…

El impostor

Jack se había levantado aquel día temprano. No acostumbraba a salir de casa antes de las diez, pero sus nietecitos iban a verle tras una larga temporada y decidió ir a comprarles unos pasteles. Yendo hacia la pastelería oyó un disparo y mucho barullo que parecía provenir del banco. En la puerta del mismo había un coche blanco estacionado con el conductor dentro de vehículo, que llevaba una máscara que le cubría el rostro. “Un atraco”, pensó Jack y no se detuvo, sino que reaccionó por instinto: sacó su arma del tobillo y se adentró en el banco. La jubilación no iba a detener su alma de policía.

Carmen L.

Todo estaba oscuro. No sabía ni qué día era, ni qué hora y ni siquiera sabía la época del año en la que estábamos. Parecía que el tiempo se había detenido desde que me atacaron en el supermercado aquel día de… ¿mayo? Ya empezaba incluso a mezclar los recuerdos. No sabía cuánto tendría que permanecer más en aquel lugar o si saldría algún día de allí. No había sido buena idea mezclarme con la mafia, pero no pensaba que acabaría en un lugar como este por, supongo, mis propios aliados.

Jess

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